martes, 18 de noviembre de 2008

GLOSA A JORGE BUENDÍA

Apología de la Especulación

El analista político de El Universal, Jorge Buendía, no cree en la hipótesis del atentado. La noticia es que no la cree con mayor anticonvicción aun que el hiperactivo secretario de Comunicaciones. Tanto lo convenció la hipótesis Téllez que la juzga él "cercana a la transparencia total", y se propone corregir(nos) a los legos e informados que "en pláticas, fiestas o rumores, expresan dudas sobre la hipótesis del accidente" ("La fuerza del rumor", 18 de noviembre).

Se sorprende Buendía de la sospecha popular, y a momentos incluso se escandaliza muy socráticamente: "¿Cómo llegamos hasta este punto si no hay evidencia para sostener la versión de un atentado? ¿Por qué, a pesar de un apropiado manejo de crisis, las teorías de la conspiración sobreviven?".
La respuesta más simple a estas interrogantes dudosas la sabe hasta un analfabeto, a escoger: porque el hampa le había puesto desdenantes y públicamente un buen precio a la cabeza de Vasconcelos; porque actualmente se libra una guerra muy sangrienta contra narcomafias muy poderosas; porque ya son demasiados los accidentes áereos de funcionarios del área de seguridad; porque Téllez ascendió en la política durante los sexenios de los magnicidios irresueltos; porque preexistía un clima de encono político contra el presidente Calderón y era Mouriño su mano más diestra; porque parece bastante obvio que el narconegocio, cuyo monto ha sido calculado en 10% del PIB de México, ha contado durante décadas con aliados militares, policiacos y políticos de altísimos vuelos que ninguna justicia alcanza, ni la divina ni la mexicana; y, para colmo, porque precisamente Téllez se hizo con los hilos de la comunicación oficial sobre el... ¿atentado o accidente?
El sólo indicio del reward sobre Vasconcelos justifica -esto es, vuelve verosímil, al menos durante las primeras horas del siniestro- la hipótesis del atentado. Los restantes la apuntalan.
No para Buendía, sin embargo. Mas, ¿de dónde sacó este certeza tan absoluta?
Razona, sin duda, a toro pasado: cuando se conocen ya, por boca de Tony Garza, los primeros resultados del análisis realizado por la comisión gringa.
Ciertamente ahora, a dos semanas del mortífero percance, la hipótesis del accidente parece ganar terreno. Empero afirmar la tesis del accidente unos cuantos minutos después del suceso -como hizo Téllez- era tanto o más arbitrario aún que formular la hipótesis del atentado. Si el espíritu de Buendía fuese un poquitín indiferente a la voluntad política, habría comprendido que el secretario se extralimitó desde un principio al afirmar su tesis temeraria a sólo minutos del... accidente o "accidente" -y así sobrealimentó el funcionario al rumor que desconsuela al articulista.
Define Buendía: "Un rumor es información basada en hechos no verificados". A mí me gusta más esta otra de Babylon: "El sentido negativo de este término indica que se trata de especulaciones no confirmadas que se intentan dar por ciertas con un objetivo determinado, y que condicionan el comportamiento de los demás hacia él por encima de la información objetiva". ¿No es así como procedió precisamente Téllez desde un principio: especulando que fue un accidente, por encima de la información objetiva disponible en las primeras horas?
Pero Buendía no arriesga, va a lo seguro. Téllez no será doctor en aeronáutica, pero es secretario de Estado, que vale más: ¿por qué no creer que su aventurada tesis se revelaría al cabo como la buena, si estamos en México? Los lectores y los ciudadanos: que escuchen y callen (dizque por el bien de la Patria Inmaculada). (Razona Buendía como los polis de la Procu: siempre dispuestos a demostrar la verdad que ordenen los de arriba. Y no contradice esta descripción del razonar del articulista su propia exposición del contexto de violencia que hace plausible al rumor.)
Lo que parece disgustar a Buendía es que, ante la versión oficial, se atreva la población a pensar por cuenta propia.
Pero se equivoca rotundamente: sí, la población tiene derecho a especular ante un acontecimiento que le importa y exhibe numerosos cabos sueltos e insólitas casualidades sobre un escenario excepcionalmente enconado.
Especular, sí, así como hizo Téllez.

¿O creerá Buendía que es esta facultad de la inteligencia humana otro privilegio exclusivo de los omniscientes gobernantes nativos?

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